La noticia nos conmovió sin duda. Don Alejo Garza Tamez, un hombre de 77 años se enfrentó valientemente a un comando de sicarios…él solo.
Peleó como un héroe extraído de una película de Hollywood –en el sentido que exhalta nuestra admiración- defendiendo sus tierras. Esas tierras que le dieron de comer a él y a su familia, esa tierra que lo vió nacer y que lo forjó como un hombre –dicen- en el que su palabra era quizás más válida que cualquier contrato por escrito.
¿Qué implica el haber enfrentado al crimen organizado?¿qué repercusiones tendrá esta historia heroica ante los ciudadanos mexicanos que piden un alto al ejército en las calles?¿qué les diría don Alejo a esos críticos de las fuerzas armadas?
Don Alejo era un hombre experto en el uso de armas de fuego, no fue una casualidad ni una habilidad que bajó del cielo. Cazador por vocación y coleccionista de armas, era un verdadero rival que los sicarios menospreciaron y pagaron 6 de ellos muy caro su error. 4 murieron y 2 heridos que fueron encontrados por el ejército.
¿Es un ejemplo a seguir? Tengo mis serias dudas. La mayor parte de los mexicanos no estamos entrenados en el manejo de armas, nos encontramos en un ambiente urbano y no rural, como en el que se encontraba don Alejo, lo cual cambia radicalmente las condiciones de un enfrentamiento con armas de fuego.
Don Alejo tenía una importante ventaja sobre sus adversarios armados; sabía por dónde llegarían, cuando, conocía mucho mejor que ellos su propiedad y la más importante: seguramente había disparado contra blancos en movimiento (animales) mucho más veces que cualquier sicario del crimen organizado. Aquella persona que piense que disparar un arma para dar en el blanco es como en la televisión, está muy equivocado. Existe una mezcla de factores que hacen muy remota la posibilidad de dar en el blanco; si disparas con arma corta o larga, si es de noche o de día, si estás en campo abierto o te encuentras dentro de una construcción, si se trata de blancos fijos o en movimiento, si son varios o uno contra uno, si tú conoces su ubicación y ellos la tuya no.
Peor aún; la adrenalina, el miedo, el nerviosismo, el ruido de la explosión de cada bala que disparas te deja sordo, tu ritmo cardiaco es tan acelerado que el corazón casi se sale de tu pecho. Existe un efecto muy extraño que es la desorientación que te afecta mucho al escuchar disparos de todas partes, no sabes de donde viene cada bala ni en qué dirección.
Todos los factores anteriormente descritos jugaron en contra de…los sicarios.
Es casi seguro que la mayoría –si no es que todos- de los criminales normalmente se encuentran bajo los efectos de una droga en un enfrentamiento; este factor puede brindarles “valor” –euforia- o bajar su ritmo cardiaco, pero del mismo modo sufren las consecuencias al manejar sus armas.
Mas allá de los aspectos técnicos de un enfrentamiento armado, los mexicanos debemos reflexionar si esta es una opción para los ciudadanos comunes o si debemos dejar que las autoridades –efectivas o no- se hagan cargo de estas labores.
El hartazgo y la desconfianza en sus autoridades orillaron a don Alejo a defender lo suyo. Sin embargo, recordemos que los planes de un hombre de 77 años no pueden ser los mismos que uno de 35 con hijos pequeños.
Es de llamar la atención –aunque ya mencionamos que muy probablemente desconfiaba con justa razón de las autoridades de su localidad- que no haya avisado al ejército en la capital del estado o en la capital del país telefónicamente, toda vez que sabía que vendrían por él desde el día anterior del enfrentamiento.
Mi opinión es que don Alejo no deseaba que capturaran a los criminales y verse en un futuro viviendo con la duda de que en cualquier momento, los cómplices vendrían por él tarde o temprano a vengarse. Su elección había sido morir defendiendo la herencia de generaciones pasadas.
Un gran sector de México exige la “salida” del ejército de las calles, pero viendo la historia de don Alejo, vale la pena preguntarnos si en una situación extrema –que lo estamos- ¿no queda otro camino que las armas?
Los críticos del gobierno probablemente dirán “el caso de don Alejo es la prueba del hartazgo y desconfianza en las fuerzas de seguridad y de la incompetencia del gobierno en brindarnos protección”
Otros quizás opinen: “Con esto queda de manifiesto que el único que puede enfrentar al crimen organizado es el ejército y la armada, que los cárteles no van a ceder, que por muchas leyes que tratemos de aplicar, el crimen organizado desea llevar la sangre a las calles, debemos de tener mano dura con ellos”
Ambas opiniones son válidas para un debate serio, lejos de fanatismos partidistas y repetición de frases prefabricadas por actores políticos. El hubiera no existe, tenemos un panorama y una situación extrema hoy, no es tiempo de buscar culpables –que sí los hay- es tiempo de resolver exponiendo soluciones a largo y a corto plazo. Pretender resolver situaciones de vida o muerte con propuestas a largo plazo son tan poco efectivas como lo inverso. El contexto del país requiere de planeación a largo plazo que construya una mejor sociedad en las décadas por venir, así mismo, necesitamos acciones inmediatas para atacar el problema que tenemos…hoy.
En un remoto lugar de México, en una propiedad rural, un hombre de la tercera edad se preparó para lo que la vida lo entrenó durante casi ocho décadas y decidió enfrentar valientemente él sólo al monstruo que ha destruido a su país. Murió como vivió toda su vida: ACTUANDO.