" Nuestro pasado no lo podemos cambiar, el presente sí. No vaciemos nuestra alma HOY, por que si llega el amor a nuestra vida MAÑANA, no tendremos nada que ofrecer y...
...nos vamos a arrepentir del AYER".
Mark
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...era un jardín bellísimo, todas las más hermosas rosas estaban ahí, las mejores en su tipo, La Rosa no era la única belleza ahí, su interior estaba celoso y al mismo tiempo a gusto. No paraba de observar los modales de las otras rosas, como queriendo analizar el atractivo de las demás.
De la misma manera, el resto de las rosas se observaban unas a otras. Todas habían llegado ahí por la misma razón. Tenían un amor en su vida que las había colocado en ese hermoso jardín exclusivo.
Una de ellas , la más amigable y confiada de todas inició una platica con otra. La rosa amarilla le pregunto a la blanca, cómo se había enamorado. La rosa blanca le respondió:
“Me cautivo su físico, es muy atractivo. Su personalidad es magnética, se viste muy bien, sus modales, y su manera de comportarse. Es el centro de atención de cualquier lugar en el que se pare. Atrae las miradas, todas la rosas hablaban de él, hablaban de sus conquistas, y eso encendió mi curiosidad. Me preguntaba cómo sería ser la dueña del corazón de aquel hombre por el que todas las rosas suspiraban. Me atraía mucho la idea de ser admirada por todas las rosas al saber que yo lo había logrado. Yo también sería el centro de atracción de las miradas.
Para mí era un misterio entrar en el mundo de quien conquistaba a cualquier rosa, ninguna se le resistía. Eso me atraía mucho, no podía de dejar de pensar en lo que sería estar con él. No dejaba de pensar en los grandes éxitos que debería tener y que hacía que todas suspiraran. Admiraba sus cualidades antes sin conocerlo. Para mí antes de siquiera haber cruzado una palabra con él, ya se había convertido en mi hombre ideal.”
Las demás rosas escuchaban atentas el relato de la rosa blanca. Y le preguntaron...
“Bueno y él finalmente se fijó en ti!”
Y respondió:
“Sí, por que me propuse atraer su atención, y lo logré”
“Que increíble historia rosa blanca.” Dijeron las demás rosas. Pero la rosa les respondió.:
“No, no lo fue. Con el tiempo me convertí en una conquista más. Mi obsesión por llamar su atención me llevó más lejos de lo que me imaginé. Hice cosas que él no valoró, pero que no debí hacer para atraer su atención, debí haberlas hecho por amor. Estaba muy preocupada en hacerlo sentir a gusto, estaba muy preocupada en que su mirada no se posara en alguien más. Estaba obsesionada en conquistarlo a como diera lugar y a conservar lo que ya había obtenido. El era un gran trofeo para mí.
“Antes que amarlo, lo admiraba, lo idolatraba, me hacía sentir admirada por las demás . Yo era el centro de conversación de todas las rosas, era la envidia. Eso era lo que me hacía sentir bien."
"Con el tiempo esa obsesión, sin darme cuenta se convirtió en una dependencia hacia lo que él decía y hacía. El se dio cuenta de eso, y lo único que logré fué aumentar la seguridad en él mismo. Mi vanidad de sentirme admirada por mis amigas me llevaba a decir que lo amaba, que él era todo en mi vida. Un día, a otra rosa se le ocurrió la misma idea que tuve cuando me trajo a este jardín. Ahora esa rosa es la envidia de las demás . Y yo estoy sola.”
El resto de las rosas callaron. Jamás se imaginaron algo así.
Sin embargo esta confesión relajo al resto de las rosas quienes continuaron una por una contando la historia de ellas. Era el turno de la rosa amarilla.
“Yo creí estar enamorada del primero que tomo un pétalo mío. El había sido el primero, eso , pensaba en aquel entonces, era amor. No existía otra posibilidad. El primero en tocar uno de mis pétalos tenía que ser el amor de mi vida. Le había entregado lo más puro, el que ningún ser había tocado hasta ese momento. Eso tenía que ser amor. Y tendría que estar a su lado toda mi vida”
Mi vida giraba en torno a él. Esa idea del primer pétalo, me siguió por muchos años. Fué el primero en cambiarme de jardín, fué el primero en darme agua de beber, fué el primero en aspirar mi aroma, fué el primero en todo. Para mí el resto del mundo no existía, él era el primero en todo, yo debía de darle todo primero a él. Mi vida, mis secretos, mis pensamientos, mis miedos, mis sueños...él era primero y yo después.
Mi dependencia de “el primero en todo” me llevó a que mi autoestima se viniera abajo y él acabó aburriéndose de mí. El sabía que me tenía segura, que yo sería incapaz de hacer algo por mí misma sin antes pedir su opinión o sin su consentimiento. El era mi amo, él era el primero en mi vida....él era primero.
Un día me trajo a este jardín, y ahora ya casi no viene a verme. Pero algo en mí interior me sigue diciendo que él es el primero y no puedo borrarlo de mi mente, aunque yo sea la última en su vida“
Era el turno de la rosa de color rosa.
“ Jamás me faltó quiene me cortejaran, siempre fui muy popular, sin embargo, al conocer pretendientes como la rosa amarilla o como la rosa blanca, supuse que no sería feliz, así es que me enfoqué a decidir mi destino por aquel hombre tranquilo, bondadoso, confiado, pasivo, poco atractivo, poco sociable, pero muy trabajador, un hombre noble. Su interior era lo más importante”.
Mis metas vitales estaban alimentadas al lado de un hombre que me admiraba, yo era su mundo, yo era el centro de atracción, todo lo que yo deseaba me lo daba, no me faltaba nada. Si el viento era fuerte , me protegía. En invierno, en las noches heladas, me arropaba. Si el sol era calcinante ...me daba sombra. La meta que creí que era la más importante, estaba asegurada. Estaba protegida contra todo.
Mi pasado de rosa atractiva, de rosa cortejada por los mejores caballeros, no me dejaba tranquila, mis recuerdos de los mejores partidos, queriéndome ganar, me seguía a todos lados. Me sabía atractiva, me sabía bella, me sabía sensual y provocativa. No podía darle la espalda al espejo. ¿qué hacía yo desperdiciando mi belleza con alguien que no me llenaba del todo?, ¿no podía yo aspirar a un hombre con más cualidades que el hombre que yo tenía a mi lado?, ...me merecía más. Eso me lo decía todas las noches al dormir.
Me agradaba que otros hombres me trataran de cortejar, me agradaba ese juego, de saber que me deseaban pero al final detenerlos, llenaba mi ego, llenaba mi vanidad, llenaba ese vacío que yo tenía, pero que estaba presa sin poder tomar eso que se me ofrecía con toda facilidad.
Cada vez yo daba un paso más, cada vez me arriesgaba más, cada vez encontraba una excusa más para justificar mis coqueteos con otros, “yo me merecía más”. ...yo me merecía algo mucho mejor. No iba a desperdiciar mis mejores años encarcelada .
Pero, aquel hombre callado, ingenuo, sumiso, noble...se fue. Dejándome encima una pésima reputación. Su revancha fue cómo él....callado. Jamás lo creí capaz de abandonarme, jamás lo creí capaz de dejar de admirarme.
Sin embargo aún creo que me ...“merezco algo mejor.”
Las miradas de las demás rosas se cruzaron, sorprendidas de la egolatría de la rosa.
Cuando fue turno de la rosa fiuscia la Rosa estaba ansiosa por escuchar su relato, ella la conocía muy bien, conocía su historia por dentro y por fuera de sus pétalos, conocía cada día de su vida al lado de el "amor de su vida":
"Me enamore de alguien con una personalidad muy singular. Era extremadamente social, no había reunión, fiesta, o evento en el cual el no estuviera presente. Por si fuera poco tenia un increíble atractivo, tenia un extraordinario sentido del humor, era el alma de las fiestas, y siempre estaba rodeado de personas que lo admiraban, entre ellas yo. Sin embargo también esa vida llevaba consigo algunos hábitos no muy deseables. Era un aficionado a la bebida, al juego y sobre todo a las bellas rosas. Tenia fama de ser muy celoso. Pero todo esto lo opacaba su increíble facilidad para hacerme reír como si fuera la ultima vez que lo haría. “Sin duda alguna su sentido del humor me hacia muy feliz, me hacia creer que la vida era una gran sonrisa, una gran carcajada, que cualquier problema sería resuelto con risas. Estaba enamorada de su sentido del humor.”
Si yo tenia una pena, el llegaba con su ocurrencia y me hacia olvidarlo todo. En realidad yo le estaba dando la espalda a la realidad, estaba ocultando la vida detrás de una enorme carcajada. Los problemas no existían en nuestras vidas. La solución a mi vida, a mis penas, a mis tristezas, eran su enorme sentido del humor.
Con el tiempo, ese sentido del humor se fue apagando. Su sentido del humor parecía oscurecerse cuando empezamos a pasar mas tiempo juntos y paradójicamente su humor aparecía al estar con otras rosas. Cada vez que nuevamente yo buscaba esa medicina milagrosa que me hacia olvidar mi vida, me empezó a ser negada, esa chispa que yo veía en sus ojos cuando nos mirábamos, esa chispa que éw desprendía al hacerme reír....poco a poco se empezó a apagar.
Unido a esto, ese ambiente en el que yo lo había conocido, dejo de parecerme tan atractivo. Su intensa vida social, y encontrarse rodeado de personas admirándolo, me dejo de causar gracia, ya no sentía admiración sino celos. Su increíble humor que tanto me atrajo de el, me empezó a parecer un burla hacia mi. Su fama de conquistador me dejo de parecer misteriosa y seductora , para convertirse en humillante.
Erróneamente creí que su amor por mi lo haría olvidarse de esa vida, creí que siempre lo admiraria por aquellas cualidades que me maravillaron al conocerlo, erróneamente creí que él cambiaría por amor. Erróneamente creí que eso era la vida, una gran carcajada.
El Jamás cambio y su interés por mi fue como la chispa de su humor.....un día se apago.
Ahora él sigue igual, no ha cambiado ni cambiará, él no está equivocado, las rosas somos quienes nos equivocamos al pensar que la risa en nuestros labios será eterna. Nos equivocamos al pensar que cambiará por amor. Nos equivocamos al admirar "cualidades" mal entendidas y que se convertirán en nuestra infelicidad.
Sin embargo durante el tiempo que duro, me esmere en decir que él estaba equivocado, me esmeré en decir que yo era su víctima, me esmere en ver "espejismos", me esmere en culparlo de la vida que llevaba , olvidándome que eso era de lo que yo me había enamorado”.
“Ayer le admire y le celebre su personalidad, después...
... lo culpe de lo mismo “
Era el turno de la Rosa, miles de ideas se cruzaron en su mente, recordó cada palabra en el relato de las otras rosas, se imaginó cada escena en la vida de las otras rosas, y sólo pudo decir...
“... jamás he amado a nadie”.
La Rosa II
(Instinto_Mx, 1999)
Yo, fuí su rosa amarilla... es lo único que puedo decir!
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