Cuando te invitan a una reunión argumentando que eres “parte de la familia” (de una que no es la tuya) puedes encontrarte con algunos inconvenientes; uno de ellos es que no conozcas a ningún miembro de la familia de la persona que te invitó. Al vernos en esta situación la madre de mi hijo y yo aplicamos una frase muy interesante: “cásate con alguien que tenga muy buena charla, en su vejéz la necesitarán”. Así es que nos pusimos a platicar de esas cosas que a veces no hacemos. Somos cuarentones.
Era una reunión de aproximadamente 15 personas –inicialmente- todas ellas entre 50 y 65 años. Algunos hablaban de temas muy familiares que sólo ellos conocían. Paulatinamente fueron llegando otros miembros de la familia más jóvenes, de entre 25 y 30 años. Un par de ellos venían acompañados de su LapTop. Saludaron a todos y se instalaron cómodamente en la sala, charlaron unos 15 minutos, para después perderse en la pantalla de su pc portátil. Algunos se les acercaron, los rodearon por algunos minutos y regresaban a sus respectivas compañías y pláticas. Durante algunas horas, eran ajenos a la reunión, no estaban ahí, era como si los demás no existiéramos, sólo su laptop y ellos. ¿Cómo le hacen?
Pasamos la tarde charlando con 2 personas mayores, uno de ellos, Ing. Químico Industrial, nos contó cómo perdió su fortuna invirtiendo en fábricas y maquinaria que no sobrevivieron a la feróz competencia de los productos chinos. Otro nos contó sus aventuras durante 4 años en estados unidos como semi-ilegal (entró con pasaporte de turista y se quedó a trabajar). Ambas pláticas nos fascinaron.
Llegó la noche y empezaron a llegar los amigos de la hija de nuestra amiga que nos había invitado. Chicos y chicas de entre 17 y 20 años ¿qué los distinguía a todos ellos? ¿su ropa? No ¿sus peinados? No ¿su forma de hablar? No…¿qué entonces? Sus BlackBerrys o IPhones en mano. Prácticamente no lo guardaban nunca. Les era imposible usar ambas manos, ya que una la usan todo el tiempo para sostener su teléfono de última generación –con acceso a internet y por supuesto a las redes sociales-.
Ninguno de estos 10 chicos/as hizo menos de 5 llamadas cada uno. Nunca pasaron más de 10 minutos sin que alguno de ellos se desligara de la charla para teclear un mensaje…o más. Nunca pasaron más de 10 minutos sin que alguno tomara una foto y la subiera a su Facebook o a Twitter. Sus charlas se ven continuamente interrumpidas por sus BB’s.
Cuando llegó la hora del pastel y las tradicionales mañanitas, hubo un instante de silencio casi coordinado entre muchos de los asistentes, todos se tomaron un “break” para tomar la foto respectiva con sus BB’s y subirlas a la red. Nos volteamos a ver con cara de “what?”, fue un instante como cuando asistes a una misa judía por vez primera y cuando todos agachan la cabeza tú te quedas como pendejo preguntándote qué se les perdió en el piso.
Sé armar y desarmar mi propia PC con los ojos cerrados –real-, tengo un Blog con más de 40 columnas, conduzco un programa en internet, sé dónde bajar software gratis de toda índole, tengo casi 1,500 followers en Twitter…¿de qué me parte perdí entonces?
Nos despedimos de la reunión, mientras nos dirigíamos al auto, comentamos las interesantes charlas de los dos señores. Mientras manejaba, pasé enfrente de la casa donde aún la reunión continuaba y mientras me alejaba me iba preguntando: “Redes…¿sociales?”
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